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Tiene por naturaleza la voluntad emanada, libre y democráticamente, de ciudadanos y ciudadanas que se proponen ejercitar y propagar el espíritu de los Derechos Humanos consagrados en
Los objetivos específicos de la CONADEH son:
a) Ayudar a la ciudadanía en la toma de conciencia de sus propios derechos y en el conocimiento de los instrumentos jurídicos que los protegen, así como en la gestión y acompañamiento de acciones directas para defenderlos o recuperarlos;
b) Documentar los casos de violaciones a los Derechos Humanos y mantener al día un archivo de los mismos;
c) Realizar denuncias ante las autoridades pertinentes, a nivel nacional e internacional, en caso de violación de tales derechos;
d) Promover la solidaridad de la población con los afectados por el “Terrorismo de Estado”;
e) Prestar asistencia jurídica a las personas afectadas por violaciones en sus derechos humanos, pudiendo representarlas en demandas y querellas contra los responsables de dichas violaciones;
f) Realizar un censo de las víctimas del Terrorismo de Estado para encaminar gestiones tendientes a la obtención de reparaciones;
g) Alentar la creación de comisiones para la defensa y promoción de los derechos humanos en todo el país;
h) Realizar cursos y talleres, producir materiales didácticos, usar los medios de comunicación social, e implementar cuantos medios sean necesarios para el cumplimiento de los objetivos institucionales.
Asunción, 16 de noviembre de 2009.
La Comisión Nacional de Derechos Humanos (CONADEH), se dirige en esta carta abierta, a quienes tienen bajo cautiverio al ciudadano Fidel Zaval, para que el mencionado, secuestrado hace más de un mes, sea puesto inmediatamente en libertad, sano y salvo.
La razón que impulsa a esta institución de heroica y fecunda trayectoria de lucha al servicio de la noble causa de los sagrados Derechos Humanos, es cuanto sigue:
El ciudadano Fidel, como Hombre, es ante todo Persona Humana; luego, por sus actividades laborales, ganadero. En ese amplio contexto, como Persona, él es poseedor de una insobornable dignidad que caracteriza a todo ser humano, fuente de todo Derecho: de los Derechos Humanos; entre otros, el más fundamental Derecho a la Vida que, sin condición alguna, deben ser respetados por los secuestradores y, asimismo, ser también ellos respetados en su Derecho a la Vida. Por ello, en modo alguno, jamás se puede justificar el secuestro, cualquiera sea la razón de la “sin la razón” de la causa.
En el devenir de los días, este nuevo siglo nos encuentra envueltos en un mundo globalizador, con un elemento que lo caracteriza: la incertidumbre; llena de contradicciones, no permite determinar precisiones en lo referente a lo político, socioeconómico y cultural. Nuestro país no se encuentra exento de esta realidad. Sin embargo, en este contexto, los ciudadanos y ciudadanas observamos, impávidos y casi incrédulos, el avance de la violencia. Por ello, esta institución de Derechos Humanos desaprueba categóricamente toda forma que adquiera la misma y las conculcaciones que de la misma se desprenden.
Concientes del imperativo de la hora que se vive y coherente con su posición de principios, exhortamos a proseguir la lucha reivindicatoria por estos irredentos ideales, pero con el más alto espíritu cívico, en el marco del respeto y la tolerancia.
Por último la CONADEH señala la necesidad de la vigencia de estos valores, que hacen a la esencia del Hombre como protagonista de su destino y sujeto de la Historia, destacando enfáticamente el insustituible valor de Paz que afanosamente busca la angustiada familia de Fidel y la ciudadanía toda, al proclamar, junto a Juan Pablo II: “Hermano siempre, siempre el Amor; nunca, nunca la Guerra”.
Firmado
Gustavo Ibarra
Secretario General CONADEH
Prof. Dr. Luis A. Resck Haiter
Presidente CONADEH
En el marco del Foro para debatir sobre el Bicentenario Nacional, llevado a cabo en el Cabildo de la República, la Secretaría de CONADEH, tiene a bien manifestar cuanto sigue:
En estos tiempos, América toda se encuentra en el debate sobre el rumbo a seguir dentro del contexto que implica el Bicentenario. Por ello, necesariamente debe abrirse un proceso de profunda recuperación y profundización cultural, avanzando continuamente hacia nuevas formas de convivencia ciudadana.
Se hace obligada la idea de reforzar, así, nuestras democracias, traducidas en el crecimiento y respeto hacia sus componentes humanos e institucionales. La Democracia Real exige construirla día a día sobre la base de la observancia, defensa y promoción de los Sagrados e inalienables Derechos Humanos. Bajo esta dinámica, sólo la autonomía de nuestros pensamientos y acciones pueden llevarnos al disfrute de los beneficios del Desarrollo Humano Integral.
La especulativa estrategia del populismo desdibuja sobre nuestras tierras el camino de la lucidez cívica. Sobre la égida de estas y otras conculcaciones hacia la verdadera trascendencia de los Derechos Humanos, se arremete contra éstos continuamente.
La sola noción de Independencia rescata y devuelve aquello que pudo haberse dado por perdido: la urgencia de recordar que no olvidamos; la idea de revivir la Memoria Histórica, aporte fundamental de nuestros héroes y luchadores civiles y militares contra la intolerancia, la prepotencia y el totalitarismo.
La cultura y el arte tienen una sola frontera: su infinita riqueza. La dimensión cultural del hombre es centro de constantes tensiones y contradicciones, pero también de potencialidades y esperanzas. Por tanto, la integración e interacción entre la sociedad y su cultura adquiere fortaleza proyectando nuestra realidad sobre el compromiso con el Pueblo, mediante la educación, polarizando así el rol de éste como factor determinante de liberación; como instrumento para romper todo tipo de discriminación social, cultural, política o económica.
Urge una desterritorialización cultural sobre el Cabildo. Toda política cultural debe ser producto de una imaginativa concertación social, incluyente y participativa, principalmente desde y para los sectores populares. La tarea de quienes se encuentran al frente de este Templo cívico es reencausar esta casa a través de la más amplia participación de sus espacios, de luchadores y luchadoras sociales, militares y artistas desprovistos del amiguismo y el contubernio intelectualizado que reduce al Cabildo en un mero reducto usurpante y esquematizador de los Derechos Culturales del pueblo paraguayo, que no pueden fundarse ni sujetarse a la voluntad política de los Estados y Gobiernos, pues se encuentra por encima de ellos, merced a su verdadero sentido de trascendencia.
El consumo frenético y pomposo de una minoría con ansias de erigirse en dueños de éste y otros espacios culturales públicos, mediante la industrialización y especulación de sus espacios, conlleva la desaparición paulatina y sostenida del aporte intelectual o artístico de patriotas que no tienen dónde exponer los productos de su ser.
Proclamemos, de esta forma, la inevitable necesidad de brindar mayores formas de integración cultural y de reflexión: que el Cabildo se constituya en un lugar donde los y las ciudadanos y ciudadanas puedan desentrañar posibilidades e intenciones, pues a la conciencia crítica no se llega a través del simple esfuerzo intelectual, sino también con la praxis, la unión auténtica entre el acto de reflexionar y de accionar.
Que el verbo autoritario de los desgobiernos y las elites dominantes, cedan paso al gerundio popular en su más justo reclamo. Que se abran las puertas del Cabildo a la ciudadanía toda.
Reflexiones acerca de los Derechos Humanos en los espacios de prensa y comunicación social
Las instituciones internacionales han tratado en repetidas ocasiones la relación entre la comunicación y los derechos humanos. Como muestra basta recordar de la declaración de Santiago de Chile (1994) refrendada por la UNESCO en 1995 la exigencia de «comprometer la lectura de periódicos tanto locales como nacionales en la escuela, sirviéndose de ellos como herramientas de aprendizaje, al objeto de permitir a los jóvenes comprender los valores de una prensa libre y de aprender a ejercer su capacidad de juicio».
En este sentido, un objetivo impostergable para todas las sociedades es el fortalecimiento de las condiciones que hacen posible la vida en paz y en democracia. Dentro de este esfuerzo, cobran particular importancia la apertura y mantenimiento de espacios donde los diversos actores y actoras de la sociedad civil participen activamente en la solución de los conflictos y en los procesos de toma de decisiones en los diversos ámbitos de la vida social. Solo su involucramiento activo será garantía para la consolidación de la democracia, la justicia y la igualdad.
La Conferencia Mundial sobre Derechos Humanos (Viena, 1993) considera que la educación, la capacitación y la información pública en derechos humanos son esenciales para promover y lograr relaciones armoniosas entre las comunidades y para impulsar la comprensión mutua, la tolerancia y la paz. De ahí la importancia de que la sociedad toda de conocer y reconocer la visión de los miembros de la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CONADEH), con filiales en todo el país, a través de los medios de comunicación. Nuestra organización es una de las primeras en constituirse como organización de Derechos Humanos en Latinoamérica, a partir de 1964, manteniendo incólume los principios que la rigen, hasta la fecha.
La oportunidad de ofrecer un espacio a los activistas deviene del compromiso y la importancia que el medio le otorga a los DDHH, para de esa forma ofrecer una rápida lectura de la situación de los Derechos Humanos en nuestro país, descubriendo así que es posible intervenir para que sean respetados los DDHH en todos los ámbitos donde se conculquen los mismos.
Reconocer, de parte del medio masivo de comunicación, el valor de la Educación en sí misma y su función primordial en la formación de personas autónomas, conlleva a fortalecerlas en la conciencia de sus derechos y deberes, con una concepción crítica de la vida, conocedoras de su entorno: seres humanos sensibles y solidarios con sus semejantes, con pleno desarrollo de su potencial creativo; todo esto de acuerdo a los valores que se pretenden de un ciudadano formado para una sociedad democrática.
Brindar un espacio para la educación en la protección de los derechos humanos, un espacio para la solución de conflictos o el fortalecimiento de la participación ciudadana es una tarea muy importante que casi siempre se realiza por medio de promotoras y promotores en derechos humanos. Generalmente, estas son personas de la misma comunidad, de distintas edades, ocupaciones y nivel educativo. Son hombres y mujeres con gran espíritu de servido, respeto hacia otras personas y deseosas de compartir sus saberes y experiencias. Unas trabajan voluntariamente y otras reciben un salario por su trabajo. En cualquier caso, son personas comprometidas con la superación de las injusticias, la discriminación, la violencia y la exclusión.
La necesidad de enseñar, desde la familia, la escuela y los medios masivos de comunicación social a la sociedad acerca de los Derechos Humanos al ciudadano es ya crucial. Día a día los medios de comunicación con mayor inminencia, celeridad e intensidad, presentan a los habitantes del planeta con mejores recursos las precariedades del mundo de los marginados, de los reprimidos. ¿Parece algo tan natural la violación de los derechos humanos que ni la sociedad ni los individuos se conmueven ante situaciones ya insostenibles? Es ya urgente que las personas e instituciones conscientes, realicen actos positivos y campañas eficaces para romper la costra de insensibilidad galopante de gran parte de nuestra sociedad.
Es importante colocar la reflexión y la discusión en el contexto de la experiencia cotidiana en la que mujeres y hombres se construyen como ciudadanos. Hoy, como nunca, la relación entre derechos humanos y comunicación se centra en la disputa entre los diferentes proyectos sociales que compiten en condiciones diferenciales por la conquista de una nueva hegemonía planetaria que habrá de decidir quiénes caben y quiénes no: se trata fundamentalmente del debate entre la inclusión y la exclusión.
No basta la declaración de intenciones cuando las evidencias señalan que en materia de derechos humanos todavía hay mucho por aprender y muchas deudas pendientes. Esto es, quizás, lo más significativo del momento actual, el aprendizaje colectivo que supone hacer realidad el principio de incorporación plena a la sociedad y el establecimiento de los acuerdos que la hagan posible. No todos los problemas que son de interés público ingresan a las agendas públicas. Su incorporación depende de la forma en que son interpretados, del poder, los recursos y las estrategias de los actores que los movilizan y las especificidades del ámbito institucional al que se pretende hacerlos ingresar. He ahí entonces la pregunta: ¿Están realmente los Derechos Humanos dentro de la agenda de los gobiernos de turno?